Los seres humanos constantemente somos víctimas de muchas circunstancias que nos rodean en el ir y venir de la vida. Corremos peligro aún por causa de nuestros propios congéneres, que por no tener a Dios son capaces de dañar a otros, a veces sin razón alguna.
Todos sufrimos por causa del enemigo de las almas “Satanás”, es por eso que necesitamos protección. Pero para pedir protección debemos tener un breve significado de la palabra. “Protección es el conjunto de las medidas empleadas por el sistema protector.” El “sistema protector” es el que cuida de los intereses de una comunidad. Proteger” es tomar la defensa de uno, apoyar, ayudar, alentar, amparar. Palabras sinónimas son: abrigar, adoptar, defender, inmunizar, precaver, preservar, resguardar, salvar).
Para tener protección social, se han levantado cuerpos de vigilancia como son el Cuerpo de la Policía del país, la Guardia Nacional, los ejércitos establecidos, policías de seguridad, etc.
Quiero empezar este mensaje contándote una triste, pero alegre historia. Hace muchos años en una ciudad llamada Belén en el territorio de Judá, nació un precioso bebé. Sus padres le pusieron por nombre David. Este era el menor de 7 hijos nacidos en el hogar de Isaí. Cuando David fue creciendo su padre le encomendó el cuidado de sus ovejas. David amaba a Dios de una manera especial. Tañendo su arpa cantaba salmos de alabanza a Jehová su rey. El tiempo iba pasando. El niño crecía y se fortalecía en el Señor. Ya era un hermoso joven de 16 años de edad.
Al pasar los años y debido a sucesos ocurridos con el rey Saúl durante las guerras de Israel con los filisteos, David se vio en un gran dilema. Una gran persecución levantó Saúl hacía David. Ya aquel “dulce cantor de Israel”comenzaba a tornarse en un hombre lleno de temores, de dolor, de desesperación, tal vez de amargura. ¿Qué había sucedido con el Dios de Israel a quién él le cantaba aquellas bellísimas canciones? ¿Por qué un Dios tan maravilloso, que le dio las fuerzas para derrotar a Goliat en estos momentos lo había desamparado? ¿Por qué permitía ese maravilloso Dios que se amotinaran los pueblos contra él y le hicieran violencia? No había respuesta a sus preguntas. Más aquella mañana, cuando David salió de la cueva donde se refugiaba de sus enemigos, miró hacia lo lejos. Allí estaba, era alto y sublime, cubierto de aquel hermoso verdor, aquel cielo azul parecía que se juntaba con él a lo lejos, aquellas hermosas nubes blancas parecían ovejas que saltaban por toda la pradera. “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos.”
David alzó sus ojos, miró fijamente y vinieron estas palabras bellas y profundas a su alma: “Alzaré mis ojos a los momentos, de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra.”
Si, sí había protección para David. Si había alguien que haría lo que fuera para proteger a su ungido, solo Jehová lo haría.
A través de las hermosas páginas de la Biblia hallamos promesas de la gran protección del Señor, no solo para los antiguos, sino también para nosotros, los que amamos a Dios y reconocemos su grandeza. Vamos a considerar algunos de ellos.
1 Pedro 1:5 “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”
2 Tes. 3:3 “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal.”
Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican, si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.”
Salmo 46:1 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación.”
Deut. 31:6 “Esforzaos y cobrar ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará; ni te desamparará.”
2 Cor. 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mi el poder de Cristo.”
Proverbios 1:33 “Más el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin tenor del mal.”
2 Crón. 16:9 “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.”
Salmo 48:3 “En sus palacios Dios es conocido por refugio.”
Génesis 28:15 “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra: porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.”
Salmo 18:2 “Jehová, roca mía y Castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en el confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación; mi alto refugio.”
Después que David hizo un recuento de las misericordias de Dios y de sus promesas de salvación, se levantó lleno de paz y gozo. Continuó su meditación, pero ya no con tristeza, sino con una inmensa alegría que desplegaba todos sus sentidos. Y decía:
“No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu guardador, Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; el guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.”
Como David llegó a conocer la protección y fidelidad de Dios, refugiándose en ella, asimismo cada uno de nosotros podemos acudir a él en el momento de prueba para hallar en él, el oportuno socorro.
El Señor Jesús nos dice en Mateo 28:20 “...y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” No importa la persecución, no importa las mismas tinieblas se crucen en nuestro camino, Jesús nos ofreció una corona de vida eterna, pero nos dijo “...el que persevera hasta el fin, ese será salvo.” David conocía que la protección de Dios era eterna, que la fidelidad de Dios es para siempre. Reconocía el salmista que,... aunque mi padre y madre me dejaren con todo Jehová me recogerá.”
El enemigo nos acusa. Nos quiere hacer caer, utilizando todos los medios habidos, pero a eso David dijo: “No te impacientes a causa de los malignos...Porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; y habitará en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. ...Maquina el impío contra el justo, y cruje contra él sus dientes; el Señor se reirá de él; porque ve que viene su día. Los impíos desenvainan espada y entiesan su arco, para derribar al pobre y al menesteroso, para matar a los de recto proceder. Su espada entrará en su mismo corazón, y su arca será quebrado. (Vemos que eso mismo pasó con Saúl, se quitó la vida con su propia espada). ... Conoce Jehová los días de los perfectos, y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados. Más los impíos perecerán, y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros serán consumidos; se disiparán como el humo. .... Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano. ...Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella. Acecha el impío al justo, y procura matarlo. Jehová no lo dejará en sus manos, ni lo condenará cuando le juzgaren. Espera en Jehová, y guarda su camino, y él te exaltará para heredar la tierra; cuando sean destruidos los pecadores, lo verás. ...Pero la salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y los salvará, por cuanto en él esperaron.”
Si echamos mano de las ricas promesas de protección que hay en la Biblia, seremos MAS QUE VENCEDORES.
CRISTO NOS AMA